Se calcula que toda América Latina produce alrededor de un 10% de la basura electrónica global. La cifra es bastante baja en comparación con la población de la región, pero las toneladas de basura que los ciudadanos latinos crean es un tema tan preocupante como cuando se crea en cualquier otro lugar del mundo, más teniendo en cuenta de que no hay grandes planes creados para la gestión de estos residuos tan contaminantes.
A finales del año 2015, un estudio de la asociación de empresas de la industria móvil GSMA y la Universidad de las Naciones Unidas o UNU advirtió hoy que la cantidad de estos residuos o “e-waste” está creciendo en el mundo, donde superó las 40.000 kilotoneladas (cada una equivalente a 1.000 toneladas) en 2014, y que en los próximos cuatro años se espera que vaya a subir entre un 5 % y un 7% anual en Latinoamérica.
Se calcula que el número máximo de materiales que se encuentra en algunos productos es 14. El mínimo es uno. En cuanto a metales preciosos, el máximo número presente es cuatro. Otros carecen de este tipo de materias primas. Muchos de estos materiales se pueden reusar y en ocasiones eso puede reportar buenas cantidades de dinero. Otros no son tan fácilmente reutilizables pero una mala gestión de la basura lleva a que sean perjudiciales para el medio ambiente y para la salud de los ciudadanos.
Los mayores productores de la región fueron Brasil y México, que produjeron 1.412 y 958 kilotoneladas respectivamente, principalmente debido a la gran cantidad de habitantes en estos países. El estudio calcula que en promedio el latinoamericano produce 6,6 kilos al año, de los cuales apenas 29 gramos correspondería a los teléfonos celulares. Esto no es de extrañar teniendo en cuenta que hablamos de los dos países con mayor número de habitantes y con mayores tasas de crecimiento económico. A más poder adquisitivo de los ciudadanos, mayores son las tasas de consumo.
Según un informe de la UNU en abril, a nivel mundial, Estados Unidos, China y Japón son los países que generan más basura electrónica a nivel mundial. Solo el mencionado país del norte de América y el gigante asiático representan de forma conjunta casi una tercera parte del total.
Como ya publicó SiliconWeek de acuerdo con una información publicada por el experto Lorenzo Martínez Gómez, del Instituto de Ciencias Físicas de la Universidad Nacional de México (UNAM), tras su participación en el Foro Mundial de Basura Electrónica, sólo el 20% de la basura electrónica que se genera en el país se reaprovecha o recicla.
Destaca que los microcircuitos de las “tarjetas madre”, los tubos de rayos catódicos de los monitores viejos y las pilas, entre otros, contienen cromo, plomo y cadmio, metales muy tóxicos para la salud de los ciudadanos expuestos a esta basura y también para el medio ambiente.
La Asociación Procobre explica que “en América Latina, el reciclaje de residuos electrónicos es todavía una actividad emergente. Datos de la Plataforma Regional de Residuos electrónicos en Latinoamérica y el Caribe indican que en países como Chile, Argentina, Perú, Colombia y Brasil las cantidades de residuos electrónicos procesadas todavía son limitadas y que todavía se carece de la infraestructura logística necesaria para aumentar el volumen de reciclaje.
La falta de reciclaje trae dos consecuencias. Por un lado, se pierde dinero en la reutilización por la falta de un procesamiento adecuado de estos residuos,y por otro plataformas ecologistas alertan del creciente riesgo que su descarte inadecuado supone para los países de la región. En Estados Unidos por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) estimó que la basura electrónica genera el 70% de la contaminación por metales pesados como mercurio, cadmio, plomo, bromo y selenio al quedar almacenado en basurales o rellenos sanitarios que terminan contaminando los cauces de agua y el aire, como recuerda la Asociación Procobre.
Europa es la región que lidera el reciclado de basura electrónica, y destaca la iniciativa de varios países donde una parte del costo de los electrónicos es destinado para el reciclado de los mismos o la disposición final de esta chatarra la cual paga el consumidor por adelantado, lo que ayuda en la eliminación de toda esta basura electrónica.
Para ser conscientes de la gravedad de lo que hablamos, un ejemplo simple: un objeto tan cotidiano como una pila, puede contaminar hasta 3.000 litros de agua si al momento de botarse no se maneja de manera adecuada. Imaginen cuando hablamos de dispositivos de mayor tamaño y con más componentes.
Federico Magalini, , coordinador del programa de E-waste Academy que organiza el Instituto de Estudios Avanzados en Sustentabilidad de la Universidad de Naciones Unidas (UNU), ha afirmado en una entrevista que Centroamérica está gestionando la basura electrónica de una forma que podría servir de ejemplo al resto del mundo. Aunque, ha dicho también que por el momento, explica el experto que sólo la tercera parte de los países de la región cuentan con una legislación para controlar estos residuos.
Los diversos países de la región cuentan con iniciativas, a veces públicas y en otras ocasiones de instituciones privadas, para trabajar en el reciclaje de residuos electrónicos, pero aún falta por encontrar un plan que sea realmente eficiente y que tenga en consideración lo perjudicial que pueden llegar a ser estos dispositivos tras ser depositados en la basura.
Recuerda un informe publicado en Scidev.Net es que las dos variables que más influyen en la decisión de reciclar la basura eléctrica y electrónica son su contenido de oro y el volumen de desechos de cada producto, como lo determinó un análisis económico que estudió el impacto de las materias primas en el mercado, el peso de los materiales, la pureza de los minerales obtenidos en el proceso de reciclaje, el volumen de los desechos y el porcentaje de recolección. A este respecto, Julio Rozo, representante en América Latina del Centro de Consumo y Producción Sostenible, y director de la Academia de Sostenibilidad de Colombia, comentaba hace tiempo que los países europeos han entendido el valor de la basura electrónica, mientras que en en los países de América Latina “el problema es que no tenemos datos” al respecto.
En Argentina, algunas provincias tienen legislación específica de RAEE (por ejemplo, la provincia de Buenos Aires desde 2011) y los principios generales de gestión de residuos del país están en línea con los principios de la Convención de Basilea. También se han llevado a cabo iniciativas que significan un avance en materia de e-waste como el programa “Renovate“, que incentiva a minoristas a asegurar a los consumidores una recolección sin costo y transfiere los RAEE a los operadores de residuos para su descontaminación, desmontaje y recuperación.
Por su parte, en México está la iniciativa Punto Verde, una asociación civil que promueve el reciclaje de los aparatos electrónicos y eléctricos de forma correcta, y cuenta con la aplicación JER (Junta, Entrega y Recicla), que brinda a los usuarios ayuda para deshacerse de la basura electrónica mediante un sistema de paquetería.
Recientemente se conoció una alianza entre el Banco Mundial y las Centrales Eléctricas Brasileñas (Eletrobras) en seis estados del país que hizo posible la subasta de medidores obsoletos, transformadores, cables y otros equipos para empresas de reciclaje (son pequeños productos que aunque no lo parezca, también son extremadamente contaminantes). Con la venta, los operadores de energía locales recaudaron 5,4 millones de reales (1,7 millones de dólares) que serán destinados a proyectos sociales.
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