Trend Micro Incorporated, en su informe Futuro/Tiempo: Predicciones de seguridad de Trend Micro para 2023 pronosticó que el próximo año se perfila como un periodo de incertidumbre tanto para los ciberdelincuentes como para los defensores, quienes avanzarán con cautela frente a un panorama empresarial plagado de obstáculos en materia de seguridad, y flujos y reflujos económicos.
A medida que más empresas se esfuerzan por acomodar una fuerza laboral más distribuida, los equipos de seguridad tendrán la responsabilidad de lidiar con una visibilidad limitada sobre un perímetro empresarial cada vez mayor y superficies de ataque que a menudo se descuidan, como lo son el software de código abierto.
Las empresas también avanzarán en sus transformaciones digitales como la inteligencia artificial (IA), la conectividad 5G y las herramientas basadas en la nube, pero lucharán con los problemas de implementación y la falta de talentos para asegurar estas nuevas tecnologías.
Así mismo, las amenazas también seguirán aumentando contra las empresas, con actores maliciosos que trabajan para mantenerse a la vanguardia aprovechando los protocolos obsoletos, las vulnerabilidades en los dispositivos conectados a Internet y los equipos de seguridad con exceso de trabajo.
Si bien hay ciberdelincuentes que planean sobrellevar las incertidumbres del 2023 volviendo a métodos probados como los ataques basados en ingeniería social, aquellos en los círculos de ransomware pueden diversificarse hacia modelos comerciales completamente nuevos.
A medida que más empresas trabajen en incorporar herramientas en la nube para sus operaciones, Trend Micro prevé que más actores maliciosos aprovecharán al máximo las configuraciones erróneas del lado del usuario y las inconsistencias de implementación para establecerse en los sistemas empresariales.
A la vista del 2023, se anticipa que estos desafíos de aplicaciones surgirán de las empresas que luchan por supervisar a los proveedores y activos de la nube que, en conjunto, conforman sus entornos de nube empresarial.
Las empresas deberán estar atentas a cualquier punto ciego de seguridad en las superficies de ataque, así como en las interfaces de programación de aplicaciones (API) en la nube. Dichas aplicaciones son comúnmente utilizadas en muchos de los autos conectados de hoy en día, por lo que estas API seguramente se convertirán en el objetivo de los delincuentes.
En el próximo año, se espera que las empresas inviertan más recursos en tecnologías como 5G e IA con el fin de facilitar su transición al Internet industrial de las cosas (IIoT). Sin embargo, la escasez de habilidades en ciberseguridad dificultará que los equipos de seguridad con poco personal administren múltiples fábricas conectadas, además de la integración de estas nuevas tecnologías y cómo estas facilitarán aún más la convergencia entre los sistemas de TI y OT.
Las empresas tendrán que estar atentas a los ataques basados en TI que impactarán inadvertidamente en los sistemas OT conectados a redes de TI, pero por el lado positivo, también prevemos una demanda creciente de regulaciones para los sistemas OT.
El interés público en los tokens no fungibles (NFT) y el metaverso se estancarán, pero otros activos virtuales impulsados por blockchain, como las criptomonedas, seguirán despertando el interés tanto de los usuarios como de los actores maliciosos que buscan moverse con libertad y anonimato. Si bien será una tendencia que seguirá siendo utilizada para las transferencias de fondos, el temor a las fluctuaciones en los mercados de criptomonedas impulsará a los usuarios finales a retirar dinero rápidamente a monedas fiduciarias, una tendencia que impulsará un aumento en los esquemas de lavado de dinero en 2023.
Durante este período de transición, los estafadores de Internet recurrirán a ataques que tienen un historial comprobado y apostarán por métodos que se aprovechan de la falibilidad humana. En 2023, veremos iteraciones más pulidas de ataques basados en ingeniería social, como esquemas de compromiso de correo electrónico comercial (BEC) y estafas románticas, que los malos actores habrán integrado con herramientas modernas. Además, anticipamos que los ciberdelincuentes se interesarán especialmente en tecnologías emergentes como deepfakes.
No todos los ciberdelincuentes pueden permitirse el lujo de confiar en vías probadas y comprobadas: los equipos de seguridad bien armados tendrán una gran importancia sobre los operadores de ransomware. Los datos seguirán siendo un bien valioso, por lo que algunos actores de ransomware optarán por monetizar los datos directamente rastreando los sistemas de sus víctimas en busca de información que puedan vender. Pero otros pueden optar por dejar atrás el modelo comercial de ransomware y dedicarse a esquemas de extorsión.
Más empresas buscarán fortalecer su postura de seguridad con soluciones de plataforma unificada, pero deberán prepararse con una estrategia de ciberseguridad proactiva que pueda minimizar los riesgos en múltiples superficies de ataque a medida que sus equipos de seguridad se enfrentan a amenazas tanto conocidas como desconocidas.
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