Los líderes de seguridad en empresas de todos los tamaños enfrentan una presión sin precedentes para mantenerse al día con amenazas cibernéticas cada vez más complejas y costosas. Los ciberdelincuentes están llevando a cabo ataques sofisticados y dirigidos a un ritmo implacable, exponiendo a las organizaciones a riesgos que las defensas tradicionales ya no pueden manejar.
Con el costo global del cibercrimen –que se estima alcanzará los $12 billones para 2025[1]–, lo que está en juego nunca ha sido tan alto. Un informe reciente sobre tendencias de ransomware muestra que el 89% de las organizaciones afectadas por ransomware experimentan un impacto financiero más allá del propio rescate, y una de cada tres no puede recuperarse completamente, incluso después de pagar el rescate[2]. Esta dura realidad exige una solución más simple y poderosa para protegerse contra las amenazas modernas sin la carga de la complejidad.
Aunque los riesgos no desaparecerán, las empresas pueden mejorar su resiliencia cibernética. Combatir esta batalla interminable radica en conocer al enemigo. Comprender la anatomía de los ataques de ransomware equipa a las organizaciones con los conocimientos necesarios para fortalecer sus defensas y construir una estrategia de recuperación resiliente.
Los ciberdelincuentes tienen todo calculado. Desde la búsqueda inicial de vulnerabilidades hasta la demanda final de rescate, hay una serie de movimientos bien pensados para explotar, encriptar y extorsionar. Éstas son las 6 fases de un ataque de ransomware:
Fase 1: Identificación de objetivos y recopilación de inteligencia
Los ciberdelincuentes comienzan siempre identificando posibles objetivos, enfocándose en aquéllos que combinan dos características:
A través de una investigación meticulosa, que incluye el análisis de información pública y el uso de datos de brechas, evalúan la postura de ciberseguridad de su objetivo e identifican los eslabones más débiles en sus defensas.
Fase 2: Entrada
Para ganar acceso, los atacantes explotan vulnerabilidades conocidas, como engañar a alguien para que brinde sus credenciales de acceso o activar descargas de malware, sentando así las bases para el ataque. A menudo lo hacen mediante campañas de phishing sofisticadas e ingeniería social.
Fase 3: Expansión y fortificación
Una vez dentro de la red, los malos actores se mueven lateralmente, buscando datos confidenciales y sistemas. Aprovechan las credenciales robadas y explotan las debilidades del sistema para aumentar sus derechos de acceso y obtener el mayor control posible sobre la red. Preparan el terreno para desplegar el ransomware.
Fase 4: Encriptación de datos y bloqueo del sistema
En esta etapa, los ciberdelincuentes bloquean el sistema cifrando archivos y, en ocasiones, plataformas tecnológicas enteras. Usan un cifrado sólido para prevenir el acceso no autorizado, logrando su objetivo de interrumpir significativamente las operaciones de la empresa y evitar que los usuarios accedan a datos críticos.
Fase 5: Demanda de rescate
Cuando la información y los sistemas están encriptados, los delincuentes revelan su presencia y exigen un rescate a cambio de las claves de descifrado. Comúnmente se comunican a través de canales seguros y exigen el pago en criptomonedas para mantener el anonimato y complicar la posibilidad de ser rastreados.
Fase 6: Restauración y medidas defensivas
En esta fase, las víctimas deben decidir si pagar el rescate o intentar restaurar los sistemas vía respaldos. Independientemente de la respuesta inmediata, este paso implica una revisión exhaustiva de la seguridad de los datos para implementar mejores medidas de seguridad y mitigar el riesgo de futuras amenazas.
Antes del ataque
Las empresas aún carecen de conciencia y capacitación en ciberseguridad. En el mundo digital e interconectado de hoy, varias circunstancias nos convierten en objetivos fáciles para el ransomware. Muchos sistemas, especialmente los que no se actualizan regularmente, tienen vulnerabilidades que los delincuentes explotan fácilmente.
Aunque ninguna tecnología es inmune al ransomware, la mejor defensa es una estrategia de respaldo bien planificada que aproveche el almacenamiento de respaldo inmutable. Implementar más estándares y prácticas de ciberseguridad (como Zero Trust, para aplicaciones, y Zero Trust Data Resilience para infraestructura y software de respaldo y almacenamiento de respaldo) siempre beneficiará a una organización y le ayudará a prevenir posibles ataques.
Nada garantiza que la última cepa de malware o una amenaza interna no violará sus sistemas. Aprovechar un objetivo de almacenamiento de respaldo verdaderamente inmutable, como Ootbi de Object First, garantiza que sus datos de respaldo inmutables permanecerán incorruptibles y listos para recuperarse rápidamente, incluso en el peor de los escenarios.
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