En el mundo digital actual, los anuncios son prácticamente inevitables. Desde los que emergen en el navegador hasta los videos promocionales y repetitivos que inundan los feeds de las redes sociales, nos bombardean constantemente con mensajes de marketing dirigidos a promocionar productos y servicios, y los niños y niñas no son una excepción.
“Sabemos que la publicidad es una herramienta clave para las empresas, pero se subestima su impacto en las mentes jóvenes. Las investigaciones demuestran que, debido al desarrollo de su razonamiento crítico, los más jóvenes se ven más influidos por estos anuncios que los adultos. Y, si pensamos que un adolescente pasa más de 8,5 horas al día mirando pantallas, podemos imaginar cómo se dispara el número de anuncios que ven”, explica David González, Investigador de Seguridad del Laboratorio de ESET Latinoamérica.
Esta exposición puede acarrear múltiples problemas si no se gestiona y se habla de ella correctamente. Y los gigantes tecnológicos están bajo presión para prohibir por completo los anuncios dirigidos a los niños. Pero, ¿cuáles son los riesgos asociados al consumo habitual de este tipo de mensajes dirigidos a los más jóvenes? A continuación analizamos cinco.
Normalización de comportamientos inadecuados. Uno de los riesgos más evidentes es la exposición de los niños a contenidos, productos y servicios inadecuados para sus edades. Tanto si se trata de material de clasificación X, como de violencia, ver este tipo de contenido promocionado, incluso a un nivel subconsciente, puede normalizar estos comportamientos y crear un sentido deformado de lo que es apropiado y lo que no lo es.
Las investigaciones sugieren que la exposición prolongada puede afectar al desarrollo del córtex prefrontal del cerebro, dando resultado a un aumento de la agresividad y del comportamiento inhibitorio.
Percepción distorsionada de la realidad. Con el auge de los influencers en las redes sociales y los contenidos en línea, los anuncios presentan a menudo una versión idealizada de la realidad. Por ejemplo, con el software de edición de imágenes, la IA y la amplia gama de filtros, los jóvenes pueden estar expuestos regularmente a una idea sesgada de lo que “deberían” parecer, lo que “deberían comer”, cómo “deberían” comportarse y lo que “deberían” compartir en línea. Esto puede llevarlos a tener expectativas inalcanzables, baja autoestima y una comprensión deformada de las normas sociales.
Los padres o los adultos responsables deben ayudar a los niños a evaluar críticamente los mensajes de los medios de comunicación y a desarrollar una perspectiva equilibrada.
Fomentar hábitos poco saludables. Cuando el propósito de los anuncios es impulsar las ventas, la naturaleza de los productos o servicios promocionados es importante para dictar cómo pueden influir en los hábitos de consumo de los más jóvenes. Por ejemplo, una investigación muestra que más del 85% de los adolescentes están expuestos a anuncios de comida basura en Instagram, Facebook y Twitter. La mayor exposición a estos anuncios se correlaciona directamente con un mayor consumo de alimentos más altos en sal, azúcar y grasa. Y no solo estos son un problema: los productos del alcohol y el tabaco promocionados furtivamente a través de diversas plataformas también pueden conducir a malos hábitos.
Compras dentro de la aplicación y riesgos financieros. La posibilidad de comprar nuevas fichas, puntos, armas, etc. en los juegos para celulares abre una nueva vía para que los anunciantes se dirijan a los niños. Aunque estas compras pueden parecer inofensivas al principio, pueden aumentar rápidamente y suponer gastos considerables para quien pague. Las características especiales de los juegos, las modificaciones y las monedas virtuales incitan a los niños (y, seamos sinceros, también a los adultos) a gastar dinero real en las aplicaciones, a menudo sin comprender plenamente las consecuencias.
Riesgos para la seguridad y la privacidad. Puede tratarse de anuncios en banners, imágenes o micrositios específicos, diseñados por ciberdelincuentes para contener malware o conducir a estafas de phishing, poniendo en peligro los dispositivos y la información personal. Protegerse contra estos riesgos requiere medidas de ciberseguridad sólidas y la supervisión de los padres. Las herramientas de control parental pueden ser muy valiosas, ya que permiten a los padres y tutores gestionar qué aplicaciones pueden descargarse y a qué sitios web pueden acceder.
“Nunca se insistirá lo suficiente en la influencia de los anuncios en el bienestar de los niños. Desde la promoción de contenidos cuestionables hasta los riesgos financieros, de seguridad y de privacidad, los anuncios presentan múltiples peligros para las mentes jóvenes. Sin embargo, con una supervisión parental vigilante, una comunicación abierta y las salvaguardias tecnológicas adecuadas, los padres y tutores pueden ayudar a mitigar estos riesgos y capacitar a sus hijos para navegar por el mundo digital de forma segura y responsable”, sentencia Gonzalez.
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