Durante 2017 y 2018, investigadores de Kaspersky Lab participaron en una respuesta a incidentes de varios robos cibernéticos a organizaciones financieras en Europa del Este. Los analistas descubrieron que, en cada caso, el acceso a la red corporativa se realizó a través de un dispositivo desconocido, controlado por ciberdelincuentes, escondido en los edificios de las empresas y conectado a la red.
Hasta el momento, se han atacado al menos a ocho bancos de la región, con pérdidas estimadas en decenas de millones de euros.
“Durante el último año y medio, observamos en los bancos un tipo de ataque completamente nuevo, bastante sofisticado y complejo en términos de detección. El punto de entrada a la red del banco permaneció desconocido durante mucho tiempo, ya que podía situarse en cualquier oficina y en cualquier región. Estos dispositivos desconocidos, introducidos secretamente por terceros y ocultos, no se podían descubrir remotamente. Además, el grupo especificado por detrás de este APT utilizó aplicaciones legítimas, lo que complicó aún más la respuesta al incidente”, dijo Sergey Golovanov, analista de seguridad de Kaspersky Lab.
Esta técnica no es novedad en América Latina, ya que desde 2014 la región se enfrenta a Prilex, amenaza que comenzó atacando cajeros automáticos y luego evolucionó para robar tarjetas de crédito protegidas por contraseña y chip vía sistemas de punto de venta (POV).
Según Fabio Assolini, analista senior de seguridad de Kaspersky Lab en América Latina, el malware brasileño utiliza un blackbox y un módem 3G para realizar los ataques a los cajeros automáticos.
“Los ataques de blackbox se han vuelto cada vez más comunes contra grandes y medianas empresas, explotando fallas en la seguridad física y puntos de redes expuestos que permiten realizar un ataque que compromete el entorno digital de la empresa al puro estilo de Mr. Robot. Su detección es difícil, mas no imposible. Las empresas tienen que invertir en inventario de hardware y control de dispositivos conectados a la red, a fin de disminuir el ‘shadow IT’, además de adoptar otras buenas prácticas de seguridad”, explica el analista.
Operación
Los ciberdelincuentes utilizaron tres tipos de dispositivos: una laptop, una Raspberry Pi (computadora de una sola placa del tamaño de una tarjeta de crédito) o una Bash Bunny (herramienta especialmente diseñada para automatizar y realizar ataques por USB), equipados con GPRS, módem 3G o LTE, que les permitió acceder de forma remota a la red corporativa de la entidad bancaria.
Una vez establecida la conexión, los cibercriminales intentaron tener acceso a los servidores web para hacerse con los datos que necesitaban para ejecutar RDP (protocolo de escritorio remoto) en una computadora y luego hacerse de dinero o datos.
Este método de ataque fileless incluyó el uso de kits de herramientas de ejecución remota como Impacket, winexesvc.exe o psexec.exe. En la etapa final, los hackers utilizaron software de control remoto para mantener el acceso al equipo infectado.
Para protegerse contra este tipo de robo digital poco frecuente, se aconseja a las instituciones financieras que presten especial atención a la supervisión de dispositivos conectados y al acceso a la red corporativa. Otra recomendación es aumentar el control de acceso a la red corporativa para facilitar la detección de actividades sospechosas, e identificar y eliminar completamente las fallas de seguridad, incluidos aquellos que implican configuraciones de red inadecuadas.
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