Vivimos en un momento decisivo que dará forma al destino de futuras generaciones. Por una parte, la pandemia y sus repercusiones económicas expusieron de la manera más incómoda las fracturas existentes en las sociedades de todo el mundo; por otra parte, inspiró a una colaboración e innovación sin precedentes a nivel internacional. Las medidas que tomemos para emerger de forma colectiva de esta crisis determinarán si podemos hacerlo de forma inclusiva, o si porciones importantes de la sociedad se rezagarán, sin poder tener acceso a las oportunidades de la economía digital.
Sin duda, la tecnología desempeñó un papel crítico en la capacidad mundial de responder con tanta rapidez a la pandemia por COVID-19; se liberaron soluciones de telemedicina, se implementó el trabajo a distancia y se desarrollaron vacunas en tiempo récord. A medida que vemos cómo los avances digitales desempeñan un papel crítico para ayudarnos a superar la crisis, se vuelve cada vez más claro que el mundo tiene ‘prioridad digital’ y que el futuro se desenvolverá en una economía digital. Aquellos que estén digitalmente desconectados, ya sea por falta de infraestructura o por analfabetismo digital, estarán marginalizados y no podrán beneficiarse de los nuevos avances y oportunidades.
Queda claro que seguiremos viendo importantes inversiones en transformación digital una vez que termine la pandemia. A medida que desarrollamos esta economía digital, los líderes globales y los gigantes tecnológicos tienen una oportunidad de asegurar que abordemos el riesgo de agravar la brecha digital y crear intencionalmente una sociedad digitalmente inclusiva que brinde a todos acceso a las más recientes tecnologías.
Según el Reporte Global de Riesgos 2021 publicado por el Foro Económico Mundial, enfermedades infecciosas, crisis en las condiciones de vida, eventos climáticos extremos, amenazas a la seguridad cibernética y desigualdad digital son las cinco amenazas globales a corto plazo más preocupantes. Quizá parezca sorprendente ver que ‘desigualdad digital’ ocupó uno de los primeros lugares, pero tiene mucho sentido que sea una preocupante amenaza cuando consideramos que aquellos que no tienen conocimientos digitales adecuados ni acceso a la tecnología son más propensos a quedarse rezagados y convertirse en ‘analfabetas’ en el siglo XXI. Este efecto es simplemente inaceptable.
A medida que pasan lo que esperamos sean las últimas etapas de la pandemia, veo una oportunidad para cerrar la brecha digital en tres áreas clave: conectividad, alfabetismo digital y entendimiento crítico.
Conectividad: la piedra angular
Para la gente que vive en zonas urbanas, es difícil creer que la mitad del mundo no tiene conexión. Alrededor de dos tercios de niños en edad escolar o 1.3 mil millones de niños de entre 3 y 17 años en todo el mundo, no tienen conexión a Internet en sus hogares. Los niños en África subsahariana y en Asia del Sur son los más afectados: alrededor de 9 de cada 10 niños no tienen conexión.
A medida que COVID-19 sacudió al mundo, forzando el cierre de escuelas, la brecha digital empeoró. Escuchamos historias sobre alumnos sin acceso a Internet que iban afuera de restaurantes de comida rápida para seguir aprendiendo con conexiones Wi-Fi públicas. Algunas compañías—incluyendo a Hewlett Packard Enterprise (HPE)—respondieron ofreciendo conexiones Wi-Fi en autobuses, estacionamientos de estadios e incluso en un ferry de pasajeros.
Aunque efectivas, estas soluciones solo fueron temporales. A largo plazo, debemos brindar conectividad que sea continua, omnipresente, asequible y segura. La razón es sencilla: la falta de conectividad a Internet no solo limita la capacidad de niños y adolescentes de conectarse en línea, sino también evita que compitan en la economía digital: los aísla del mundo.
Al igual que las Naciones Unidas señaló que el acceso universal a la energía eléctrica es esencial para participar en la economía moderna, la conectividad es esencial en un mundo con ‘prioridad digital’. La inclusión digital requerirá desarrollar infraestructura y habilidades digitales en apoyo a todo tipo de organizaciones y personas, desde hospitales rurales en Camboya y zonas agrícolas en Indonesia, hasta niños en edad escolar en áreas rurales sin acceso a conexión en todo el mundo. Y ésta es precisamente la razón por la que HPE apoya la Alianza Smart Africa (África Inteligente).
Alfabetismo digital: las habilidades esenciales
Durante mucho tiempo, la tecnología y la educación han sido consideradas canales comprobados de avance económico; no obstante, las barreras son cada vez mayores. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el 60% de los adultos no contaba con los conocimientos ni las habilidades digitales básicas cuando los lugares de trabajo y las escuelas cerraron repentinamente a causa de la pandemia por COVID-19. La división en el alfabetismo digital en Asia Pacífico es particularmente alarmante. Aunque Singapur se encuentra a la cabeza de los países ASEAN, alrededor de 150 millones de adultos en Asia del Sureste (ASE) siguen sin tener acceso a tecnologías digitales. En otras palabras, casi un tercio de la población ASE está digitalmente excluida.
Aunque los gobiernos y los legisladores desempeñan un papel crítico en la formulación de normas y procesos para cerrar la brecha, las empresas, y en especial las compañías de tecnología, pueden tener un impacto directo en el alfabetismo digital de los individuos a través de capacitación para mejorar sus habilidades y programas STEM. Muchos países ya se han asociado con proveedores de tecnología—incluyendo HPE—para desarrollar programas STEM innovadores como los juegos Cyber Squad, que ayudan a los jóvenes a aprender computación de forma entretenida y a desarrollar ‘músculos digitales’ para enfrentarse a este nuevo mundo.
Entendimiento crítico: más allá de los datos
Hoy salimos de la ‘era de la información’ para entrar a la ‘era del entendimiento’. Para poder competir y sobresalir en la economía digital, las empresas y organizaciones tienen que pasar de solo capturar datos a ser capaces de analizar y generar entendimiento de la enorme cantidad de información que capturan miles de millones de dispositivos de todo el mundo.
Aquellas personas que busquen soluciones e innovaciones en áreas como servicios de salud, cambio climático, agricultura o seguridad alimentaria requerirán habilidades y acceso para trabajar con tecnologías avanzadas como inteligencia artificial y aprendizaje automático. Para lograr una sociedad justa, estas tecnologías deben ser más accesibles para las empresas que actualmente son muy pequeñas, no tienen financiamiento suficiente o no cuentan con el equipo necesario para tener acceso a estos avances y beneficiarse de ellos.
Al crear un mundo digitalmente inclusivo, las personas y organizaciones de cualquier lugar del mundo podrán realizar descubrimientos importantes en áreas como medicina de precisión, salud poblacional, seguridad alimentaria y eventos climáticos severos. En un mundo dividido digitalmente, poblaciones enteras podrían tener problemas por la falta de entendimiento de historiales médicos, de datos climáticos críticos o de sistemas alimentarios ineficientes. La buena noticia es que los nuevos modelos de negocios están mejorando nuestra capacidad de lograr que las más recientes tecnologías estén disponibles para más organizaciones, sin importar su tamaño ni ubicación geográfica. Al enfocarse en crear una infraestructura digital accesible, HPE y otras compañías tecnológicas pueden propiciar una era de entendimiento justa que pueda en última instancia crear soluciones para resolver los retos más difíciles de la sociedad.
Pensando en el futuro, debemos primero enfrentarnos a una cruda realidad: a menos que reconsideremos radicalmente la forma en que tomamos decisiones y quién se beneficia de los resultados, nos arriesgamos a reducir la posibilidad de participación de miles de millones de personas en la economía digital. La tecnología debe usarse de formas significativas para beneficio de todos, y es momento de que lo hagamos una realidad.
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