En un entorno de transformación digital, la visibilidad, control y maniobrabilidad son tan esenciales para una empresa como los instrumentos de vuelo para un piloto. Después de todo, nadie quiere pilotear a ciegas en este mundo digital.
Ciertamente el mundo cambió. Hace 10 años el 80% del tráfico de datos, voz y video se quedaba dentro de la empresa, así que casi prácticamente todo era controlado por el equipo de TI. Hoy es al contrario, sólo el 20% del tráfico es interno, y el 80% restante viene desde fuera.
Hago un pequeño disclaimer aquí. Recordemos que las aplicaciones pasaron de ser una forma más de llegarle a los consumidores, a convertirse en la principal vía de contacto con el cliente, sin importar el tamaño de la compañía. Al viaje de la transformación digital entramos todos como pasajeros, desde las organizaciones más pequeñas hasta las megacorporaciones.
Este cambio tan trascendental en el tráfico es la consecuencia de tener hoy a mucha gente utilizando dispositivos móviles y accediendo a millones de aplicaciones, en múltiples lugares (desde la oficina, hasta la playa). De repente se multiplicaron los factores sobre la mesa, así que cuando se detecta una falla, ¿qué oportunidad tiene el departamento de TI de dar el paso correcto? Si no tienen los instrumentos adecuados, se corre el riesgo de perder el control sobre la red.
Aquí es donde empezamos a hablar del enfoque de observabilidad, como la tercera pieza clave de la transformación digital, junto con la nube híbrida y el trabajo híbrido. En el impetuoso entorno digital de hoy, las herramientas que aportan visibilidad sobre lo que está pasando y brindan capacidad de reacción a los equipos técnicos son como el panel de control que necesita un piloto para volar.
¿Por qué? Para empezar, porque cuando un equipo está utilizando múltiples aplicaciones en la nube, el director de TI no puede tener una idea real de lo que está pasando.
Entonces, hay una serie de herramientas que permiten ganar visibilidad en todos los niveles y por eso es que en Cisco hablamos de Full-Stack Observability, como un engranaje de tres motores.
Por un lado, hay que pensar en las aplicaciones, las cuales requieren de soluciones de monitoreo. Siendo tan relevantes para el desarrollo del negocio, es más que lógico que éstas deben estar en constante seguimiento no sólo en términos de seguridad, sino también de operabilidad. Analizar frecuentemente las aplicaciones permite prevenir posibles problemas, ¡y nada como anticiparse a los hechos!
Por otro lado, hay que garantizar que las experiencias de los usuarios sean, aún cuando no sean propios o no tengamos su control. Para ello existen plataformas de vigilancia extendida de red, que aportan miles de agentes de software comunicándose constantemente a través de Internet, probando que las conexiones puedan hacerse. De esta forma generamos un mapa de la salud de internet.
Finalmente, considerando el aumento exorbitante del tráfico, se requiere automatizar la ubicación de las cargas de trabajo y aprovechar los recursos de las aplicaciones. Con las herramientas de automatización de cargas de trabajo adecuadas, es posible manejar la nube híbrida como un solo entorno, es decir, gestionar todos los recursos de la infraestructura multinube para optimizar su funcionamiento.
Lograr que personas, aplicaciones, dispositivos y nubes operen eficientemente, como un todo y de forma segura, es el gran dilema del siglo digital. Por ello, necesitamos visibilidad sobre todo el panorama para tomar las decisiones correctas, y eso sólo se obtiene con una arquitectura integral robustecida en estos tres flancos.
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