Una mujer se pone en contacto con su banco para solicitar una hipoteca sobre su primera casa. Un grupo de adolescentes compra con entusiasmo boletos para ver a su músico favorito que está de gira por su ciudad. Un padre se sienta con su hija para configurar su primer teléfono móvil, todo desde la comodidad de sus casas.
A primera vista, hay muy poco en común entre estas tres actividades. Sin embargo, si miras más a fondo, verás que hay elemento clave que une todos estos momentos importantes de la vida.
Ese factor en común es la identidad, e independientemente de la opinión de las personas, y quizás es el facilitador más importante para acceder a los servicios en la actualidad. En 2021, nuestra identidad y la forma en que la demostramos está evolucionando de manera significativa. Gracias a las innovaciones constantes en tecnología, que buscan atender a una población siempre conectada, hemos visto el auge de la identidad digital. Pero realmente ¿qué es la identidad digital y por qué es importante?
En resumen, la identidad digital es el medio con el que demostramos que somos quienes decimos ser en internet. Para muchos de nosotros, quienes crecimos en la era “analógica” y en la que mostrábamos nuestro pasaporte para pasar por el control de seguridad en los aeropuertos o usábamos nuestra licencia de conducir para verificar nuestra edad en los bares, es natural proporcionar nuestras credenciales en un entorno físico.
Sin embargo, en un mundo digital no es tan simple proporcionar esta prueba de nosotros mismos. Esto se debe a que la naturaleza misma de estar en línea es encontrarse en modo remoto, por lo que el acto de entregar un documento de identificación físico simplemente no funciona aquí. En ausencia de la verificación en persona ¿cómo puede una empresa y una persona, en ambos lados de esa interacción, saber si con quien están tratando es genuina y confiable?
Lo mismo ocurre con las máquinas que se comunican con otras máquinas como parte del Internet de las Cosas (IoT). En este caso, los dispositivos conectados deben saber si la tecnología a la que están conectados es lo que dice ser.
Las identidades digitales son necesarias para cerrar esa brecha y garantizar que las personas y las máquinas puedan confiar en otras organizaciones, empresas y dispositivos, y viceversa.
En términos generales, las identidades digitales pueden adoptar dos formas:
La primera es la versión digital de un documento de identidad físico oficial, como lo es una licencia de conducir digital, que se encuentra en una billetera móvil en su teléfono inteligente.
La segunda es una credencial para acceder a servicios en línea. Por lo general, se crean a través de un proceso de verificación de identidad inicial, por la cual se compara un documento de identidad oficial más alguna forma de biometría. Para un consumidor, estos pueden ser los datos que utiliza para iniciar sesión en su aplicación telefónica de banca móvil.
Estas dos áreas cubren una gran cantidad de interacciones, incluidos los momentos del día a día y los hitos de la vida: establecer un nuevo contrato SIM con un proveedor de telefonía móvil, conectar un altavoz inteligente a un smart hub doméstico y obtener un préstamo para iniciar su propio negocio. Todos ellos se encuentran en diferentes puntos del espectro en términos de importancia, pero todos están habilitados por una identidad digital confiable.
La confianza es todo. Sin ella, los clientes y ciudadanos, las organizaciones y los gobiernos no podrán alcanzar las transformaciones digitales que necesitan para nivelar los servicios que brindan. Del mismo modo, en ausencia de confianza, los consumidores no se sentirán cómodos usando herramientas en línea, lo que puede significar la pérdida del acceso a servicios esenciales, una barrera importante para la inclusión. Finalmente, la falta de confianza en la esfera del IoT puede crear una gran fricción en la interacción del dispositivo y podría terminar obstaculizando gravemente el desarrollo de la tecnología en los próximos años.
Cuando uno se pone a pensar que cada vez somos más personas quienes dependemos de las conexiones de red remotas, de la nube y del trabajo en casa debido a la pandemia, queda claro que la falta de confianza podría ser un gran problema.
Las identidades digitales están diseñadas para resolver todos estos desafíos. No solo permiten una confianza del 100% en todas las partes de la cadena de valor, sino que también son clave para impulsar la inclusión en toda la sociedad, para brindar seguridad a través de identificadores biométricos únicos, como las huellas dactilares y el reconocimiento facial, y para crear una experiencia sin fricciones para los consumidores; así como para asegurar el cumplimiento de las reglamentaciones por parte de las empresas. También deberían crearse, de acuerdo con los principios de privacidad, desde el diseño. Las credenciales de identidad deberían almacenarse en el dispositivo, en chips seguros o aplicaciones reforzadas, la verificación biométrica ocurre localmente cuando es posible, y los usuarios deberían mantener el control de los datos que eligen compartir.
Como hemos expuesto, la capacidad de demostrar la identidad digital de las personas y las empresas es crucial para el desarrollo económico, financiero y social. Por ello, es indispensable contar con soluciones de identidad en diferentes servicios, mercados, estándares y tecnologías. Las empresas privadas, los gobiernos y los reguladores buscan ya soluciones integrales que permitan a los clientes y ciudadanos identificarse en línea.
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