Con el paso de los años, como sociedad hemos sido testigos de una integración de tecnologías sin precedentes en diversas industrias y en la vida cotidiana. Y si hablamos de predominancia, la inteligencia artificial (IA) ha sido explotada gracias a sus innumerables beneficios.
Sin embargo, la implementación de esta innovación debe ser responsable, y para ello es clave el cerebro humano. Las decisiones que toma la IA son el resultado de algoritmos, datos y procesos comerciales, pero es vital aplicar consideraciones éticas para garantizar su uso adecuado.
La analítica no comprende nuestros objetivos como sociedad si no le ofrecemos datos para actuar. En ese sentido, es clave entender que el análisis, el aprendizaje automático y la IA estudian el pasado para tomar decisiones para el futuro, y si estos datos están sesgados, es muy probable que el análisis tome decisiones futuras que también estén sesgadas, lo que es un grave error.
Sabemos que la tecnología facilita los servicios de la sociedad como la salud, la justicia, la economía o el medio ambiente, sin embargo, para garantizar una meta concreta, equitativa y automatizada, es necesario estar en un estado de aprendizaje contínuo.
Para automatizar y tomar decisiones en nombre de grandes poblaciones, es obligatorio que las organizaciones asuman la responsabilidad de obtener resultados transparentes y equitativos, sobre todo en un mundo dinámico y en constante evolución. Las necesidades varían entre personas, por ello el proceso requiere de compromiso.
De la intención a la práctica
Hoy más que nunca somos conscientes de la labor que cumple la tecnología en el mundo. Las personas buscan experiencias digitalizadas, personalizadas y accesibles a cada una de sus necesidades. Para ello, las compañías deben enfocar sus esfuerzos en innovar responsablemente.
No obstante, hay que considerar una serie de reflexiones para comprender si los servicios están cumpliendo con los requerimientos de una sociedad. Es necesario que las organizaciones analicen el impacto de sus productos y servicios en comunidades grandes o cuál es el impacto en el mundo exterior.
Asimismo, determinar si las decisiones tomadas gracias a la IA tienen en cuenta a diferentes grupos y poblaciones, creando nuevos productos, servicios o soluciones que se adecuen a cada sector. En este aspecto es clave una integración de datos personalizados.
Actualmente vemos cómo las compañías quieren desarrollar innovaciones que hagan el bien en el mundo, y la analítica será una aliada permanente para conseguirlo. El objetivo es ayudar a la sociedad a prosperar poniendo en práctica la ética de datos, la cual permitirá a los clientes comprender, anticipar e incorporar nuevas políticas al innovar.
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