Sales de tu casa rumbo a la estación, seguro de que el viaje al trabajo te tomará 35 minutos. Al llegar son las 8:20 y en lo que entras y te ubicas en los andenes dan las 8:23. ¡Justo a tiempo!, el tren arriba y abordas para partir a las 8:25. A partir de ahí sabes que son 6 estaciones por las que tienes que pasar antes de arribar a tu destino, pero estás tranquilo porque entre cada parada transcurren exactamente cuatro minutos más uno que se toma el tren para ascenso y descenso, de manera que a las 8:55 en punto estás saliendo de la terminal que está a una cuadra de tu oficina. Así, llegas a tiempo para iniciar tu jornada a las 9:00 horas.
No, no necesariamente estamos hablando de Japón u otro país en el que el servicio ferroviario tiene una disciplina muy bien definida. Estamos hablando de un sistema de trenes autónomos, un sueño que hoy se ve posible luego de que el Operador Ferroviario Nacional Francés (SNCF) anunció en diciembre pasado que había probado un tren con autonomía parcial en octubre de 2020. A partir de entonces varias empresas, entre ellas Thales, planean desarrollar prototipos de trenes para el año 2023.
Sabemos que gran parte de los retrasos y problemas que tenemos en los sistemas del transporte se deben al factor humano. Pero qué tal si nos apoyamos en la Inteligencia Artificial (IA). Es seguro que muchos de los detalles como el cansancio, el estado de ánimo, la salud u otros pormenores no serían obstáculo para garantizar que los itinerarios se cumplan en tiempo y forma.
En efecto, hoy se habla mucho de los nuevos automóviles que se conducen solos, pero ¿qué crees? El tránsito con autonomía mejorada estará aquí antes de que los coches totalmente autónomos estén en la carretera y debemos preguntarnos qué vamos a hacer con ellos. Las nuevas tecnologías transformarán las relaciones entre los operadores de metro, las ciudades y los ciudadanos.
¿Cómo funciona un tren autónomo (sin conductor)?
Es increíble la sencillez con la que puede operar un tren con Inteligencia Artificial, lo cual no necesariamente quiere decir que vamos a prescindir de la actividad humana. Por el contrario, vamos a potenciar la eficiencia con la que un trabajador puede brindar sus servicios a partir de un sistema que le permita operar de manera eficiente.
Los trenes autónomos funcionan mediante el uso de Inteligencia Artificial, y esta se apoya a partir de sensores que les permiten “ver” lo que les rodea, día y noche, en cualquier tipo de clima, ya sea lluvia, nieve o niebla. Los sensores le permiten detectar cualquier obstáculo potencial y distinguir entre ellos.
A partir de haber detectado las condiciones de su entorno, la computadora a bordo toma una decisión, ya sea acelerar, disminuir la velocidad, detenerse o no actuar. En pocas palabras, el tren reacciona de manera diferente dependiendo de lo que vaya detectando en el camino, ya sea el paso de un animal, la presencia de una bolsa o la aparición de un obstáculo. Aquí, los satélites juegan también un papel estratégico, ya que estos permiten determinar la ubicación exacta del tren en todo momento.
Como resultado de toda esta serie de procesos, el tren puede tener un viaje más fluido (tranquilo y sin paradas repentinas) lo que se traduce en la reducción del consumo de energía, así como una mayor eficiencia en el manejo de tiempos de partida y llegada. Además, el hecho de conocer la ubicación exacta de todos los trenes de una red ferroviaria ayuda a optimizar el tráfico, de manera que cuando se necesite un mayor número de trenes para atender a más usuarios en hora pico, esto sea posible de manera segura y continua.
De esta manera, los operadores (también llamados técnicos), siempre están esperando en un centro de control, listos para intervenir si es necesario. Aunque cabe aclarar que cuando los trenes autónomos finalmente operen y lleven pasajeros, siempre habrá controladores a bordo.
Mejor movilidad y beneficios ambientales. Beneficios que apremian para el futuro inmediato.
Sumado a los beneficios de un manejo eficiente del tiempo y ahorros de hasta 15% en energía, con un sistema autónomo de conducción en los trenes se favorece una mayor descarbonización, ya que tienen el potencial de aumentar la capacidad ferroviaria hasta en 50%, lo que permite más viajes con bajas emisiones de carbono y sin la necesidad de construir nuevos ferrocarriles.
Asimismo, con un flujo más dinámico en las vías se garantiza que los andenes no se saturen, ya que detrás de cada tren viene otro que ayudará a que el tránsito no se acumule, lo que se traduce en una movilidad más eficiente, con horarios bien definidos de entrada y salida. Esto es posible gracias al CBTC (Control de trenes basado en comunicaciones), ya que permite tener referencia del posicionamiento preciso de cada tren y con ello se puede regular la separación segura entre trenes, de manera que se puede aumentar el número de corridas y con ello la capacidad de transportar a más gente en momentos clave.
De esta manera la movilidad, una de las demandas más apremiantes de las grandes ciudades, se ve resuelta de tal manera que es posible asegurar que los automovilistas terminarían por preferir el transporte público en lugar de gastar horas en un tránsito pesado. Al final del día, esto también favorecería a la reducción de emisiones de carbono y el consumo de combustibles fósiles, en beneficio de una ciudad menos contaminante y estresada.
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