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Tecnología y medio ambiente: ¿Cómo afecta la transformación digital a la huella de carbono?

Se mire por donde se mire, el mundo está cambiando, tanto a nivel político, financiero, socioeconómico y, por supuesto, medioambiental. El calentamiento global está generando efectos negativos en el planeta, como el aumento del nivel del mar, el deshielo de los glaciares, los tsunamis, los terremotos y mucho más.

La transformación digital ya es un contribuyente a las emisiones de CO2 y el impulso global de la industria de las TI está teniendo un impacto mayor de lo que podríamos pensar. Por ejemplo, estudios recientes muestran que el sector digital emite un 50% más de gases de efecto invernadero que toda la industria de la aviación.

Los factores responsables

La tecnología digital es responsable de alrededor del 6% de las emisiones de CO2 de nuestro planeta procedentes de procesos industriales, y esta cifra incluye áreas como los centros de datos, el tráfico de Internet y el uso de teléfonos inteligentes, televisores, etc. Por supuesto, este proceso comienza, y en gran medida incluye, el consumo de energía y las emisiones industriales asociadas a la producción y fabricación de todos los dispositivos y sistemas.

Smartphone, ¿una opción inteligente?

A medida que aumentan las capacidades de los teléfonos inteligentes, el costo que hay que pagar es mayor. No sólo en términos de precio para el usuario, sino en los costos asociados al mayor consumo de energía durante la producción de estos dispositivos. Esta trayectoria de crecimiento crea lo que llamamos “hábitos de consumo inflacionistas” en los países ricos: comprar cada vez más dispositivos digitales con mayor frecuencia, lo que amplifica aún más el problema.

El debate lo encabezan los dispositivos, sin embargo, también debemos reconocer lo que ocurre en el centro de datos, que representa alrededor del 20% de las emisiones indirectas de Alcance 2 para la mayoría de las organizaciones. Según la EPA (agencia de protección ambiental) estadounidense, éstas son emisiones indirectas de GEI asociadas a la compra de electricidad, vapor, calor o refrigeración y que, se producen físicamente en las instalaciones donde se generan y se contabilizan en el inventario de gases de efecto invernadero (GEI) de una organización porque son el resultado del uso de energía de la misma.

No olvidemos que las necesidades energéticas de los centros de datos y las infraestructuras digitales aumentan continuamente. Desde 2010, el número de usuarios de Internet se ha duplicado, el almacenamiento se ha multiplicado por 5 y el tráfico online se ha multiplicado por 15.

El origen de la sostenibilidad

Las primeras nociones de “TI verde” y los sistemas de clasificación “Energy Star” de los años 90 han avanzado ampliamente con el paso a “NetZero”, lo que hoy entendemos como lograr un equilibrio entre el carbono emitido a la atmósfera y el carbono eliminado de ella.

Pero incluso NetZero tiene desafíos. El enfoque de la descarbonización se centra en un solo elemento de la ecuación de la sostenibilidad, ignorando otras cuestiones medioambientales como el envasado, el producto, el agua y los residuos, así como, toda una serie de factores climáticos-económicos generados por computadora que no siempre se corresponden con la práctica del mundo real.

¿Qué podemos hacer?

No cabe duda de que se puede intentar transformar los centros de datos para cumplir los objetivos de neutralidad climática. También utilizar la automatización, los sistemas de refrigeración innovadores y las energías renovables, y transformar las arquitecturas tradicionales de centros de datos a los de nueva generación. Esto significa usar tecnologías como las infraestructuras hiperconvergentes (HCI), que serán clave para reducir el consumo de energía y la huella de carbono de los centros de datos.

La HCI tiene el potencial de aprovechar los avances tecnológicos en diferentes ámbitos y reducir el consumo de carbono en áreas clave. La reducción general de los componentes de hardware -porque hace converger servidores, almacenamiento y computación- es clave, ya que supone la eliminación de toda una red. Esto tendrá un impacto positivo inmediato en la reducción de las emisiones de carbono. El reto que tenemos por delante es enorme: tenemos que trabajar todos juntos para hacerlo posible.

Julián Torrado

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