En tan solo unos meses, la crisis del COVID-19 ha acelerado la adopción de tecnologías digitales en todo tipo de negocios, sectores y regiones de cualquier índole, y muchos de estos cambios podrían ser permanentes a largo plazo.
Las empresas se han visto obligadas a acelerar su presencia digital como marca a través de estrategias de SEO o posicionamiento web, puesto que sus interacciones con los clientes, la cadena de suministro e incluso sus operaciones internas se han visto avocadas a un proceso de digitalización.
La transformación digital de las empresas ha presentado soluciones (al menos temporales) para satisfacer la mayoría de la demanda que se les plantean, y mucho más rápido de lo que muchas habían creído posible antes de la crisis. Es más, se espera que la mayoría de estos cambios sean duraderos, muchas empresas de carácter innovador están realizando inversiones que garanticen que se mantendrán.
Por tanto, mantener la competitividad en este nuevo entorno empresarial y económico requiere de nuevas estrategias y prácticas. Durante la pandemia, los consumidores se han movido drásticamente hacia los canales en línea, y las empresas han respondido de igual forma cambiando rápidamente su enfoque de negocio hacia la interacción con los clientes a través de canales digitales.
La mayoría de estas transformaciones han empezado por incrementar la digitalización de diversas operaciones internas centrales (como procesos de back-office, producción o I + D) y de interacciones con las cadenas de suministro. Ejemplos de ello son el efecto evolutivo que puede aportar a un negocio el hecho de apostar por tecnologías innovadoras como la identidad digital, el machine learning o la criptografía avanzada.
Muchos de estos cambios, que para muchas empresas habría requerido más de un año de implementaciones, se han reducido a pocas semanas o meses de adaptación al convertirse en una prioridad para los negocios.
La mayoría de estas soluciones se han establecido de forma viable y gracias a ello se ha logrado superar de forma drástica problemas organizativos y tecnológicos, ya que los cambios necesarios representaban un impacto demasiado grande en las formas de trabajo que se utilizaban anteriormente, dado que en muchos casos las infraestructuras de las tecnologías de la información eran insuficientes o los lugares de trabajo impedían el compromiso y la ejecución de los cambios necesarios.
Los cambios más importantes también son los que tienen más probabilidades de mantenerse a largo plazo.
La necesidad de trabajar e interactuar con los clientes de forma remota requiere de forma inevitable fomentar inversiones en seguridad de datos y las migraciones a la nube. Ahora que se han realizado dichas inversiones, las empresas han eliminado de forma permanente algunos de los cuellos de botella de las interacciones virtuales previos a esta crisis.
Los expertos auguran que dichos cambios relacionados con la tecnología, junto con el trabajo remoto y las interacciones con los clientes, continuarán en el futuro.
Las transformaciones digitales que han funcionado mejor son, como era de esperar, aquellas que incluyen respuestas a la creciente demanda de interacciones en línea y a las necesidades cambiantes de los clientes.
Otro punto clave ha sido las inversiones que a continuación han tenido que llevar a cabo muchos negocios en el ámbito de la seguridad de datos al llevar al digitalizar sus procesos. Hoy en día es imprescindible tomar medidas de protección en cuanto a la privacidad digital para evitar el acceso no autorizado a los datos, los cuales pueden encontrarse en ordenadores, bases de datos, sitios web, etc.
Un mundo en el que los canales digitales se convierten en los principales
Para lograr crear cadenas de suministro flexibles, transparentes y estables, es necesario superar el reto de automatizar procesos digitales y hacer un uso más eficiente de la inteligencia artificial. Esto es debido a que vivimos en un mundo cada vez más cambiante, y por ello es necesario trabajar de forma ágil para cumplir con los cambios constantes en el comportamiento de consumo de los clientes.
Se trata de un momento único, una oportunidad para progresar más rápido que nunca. La forma en que cada negocio aprenda de la crisis actual y se adapte a ella influirá profundamente en su desempeño en el mundo cambiado del mañana, brindado la oportunidad de mantener una mayor agilidad y vínculos más estrechos con clientes, empleados y proveedores. Aquellos que sean capaces de lograr ganancias probablemente tendrán más éxito durante la recuperación y más allá.
Ahora es el momento de reevaluar las iniciativas digitales, aquellas que brindan ayuda a corto plazo a los empleados, los clientes y el amplio conjunto de partes interesadas. Es cierto que algunas cosas volverán a su forma anterior, pero muchas otras cambiarán para siempre. Ir a lo seguro ahora, por sensato que pueda parecer, puede ser una mala opción a futuro.
Un imperativo relacionado para el éxito es tener una cultura que fomente la experimentación y la actuación temprana.
Aquellas empresas que han sido las primeras en pasar a la acción en factores como el comercio electrónico durante la crisis han sido las que han aguantado mejor el golpe e incluso han crecido al ser capaces de llegar hasta nuevos clientes potenciales.
Lograr esta capacidad de adaptación en un negocio no es fácil, y para ello es necesario contar con un equipo humano con talento propenso a informar al resto de sus compañeros sobre la evolución de los procesos para que de forma transversal se puedan tomar decisiones de negocio al recibir información empresarial crítica que permita reasignar los recursos para financiar nuevas iniciativas.
Se pueden extraer algunas lecciones importantes de los pasos que las organizaciones ya han tomado. Una es la importancia de aprender, tanto tácticamente, en el proceso de realizar cambios específicos en las empresas (qué tecnologías ejecutar y cómo), como organizacionalmente (cómo gestionar el cambio a un ritmo que supera con creces el de las experiencias anteriores). Ambos tipos de aprendizaje serán fundamentales en el futuro, ya que no es probable que el ritmo del cambio disminuya.
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