América Latina es la región con mayor desigualdad del mundo. Mientras muchas personas tienen acceso a una educación de calidad, puestos de trabajo formales y bien remunerados o al consumo y uso de nuevas tecnologías, un porcentaje aún mayor de personas vive en situación de pobreza, lo que lleva a que reciben una escasa o en ocasiones nula educación, no puedan así desarrollar sus aptitudes y que en muchos casos no tengan la oportunidad de conectarse a Internet, una de las mayores fuentes de oportunidades del mundo, cuando se usa bien.
Hace unos días, un grupo de empresas y entidades españolas viajaban a Colombia a conocer las oportunidades que el mercado ofrece a sus negocios, todos ellos relacionados con el mundo digital. En cuanto a los retos que contemplaron en su ‘Misión Digital’, casi todos los voceros de estas marcas hablaban de la desigualdad social. Ana Herrera, Directora de Desarrollo Corporativo de Adigital o Asociación Española de la Economía Digital, una de las organizadoras de este evento para estrechar lazos y crear negocios en el país andino explica que en Colombia, al igual que en otros países de la región, “la capacidad adquisitiva para productos y servicios de alto valor añadido sólo la tienen unos pocos”.
De acuerdo con un informe realizado por Near Shore Americas, el talento es la fuerza motriz del interés que despierta en América Latina en empresas TIC de otros países y la mayoría de los que trabajan en la región. Sin embargo, han ido surgiendo preocupaciones y es que aún queda mucho por hacer para garantizar que el suministro de talento sigue cumpliendo con la demanda. Y es que, muchos expertos creen que la diferencia social en la región hace que se desperdicie el talento que pueden aportar los más desafavorecidos.
A partir de datos armonizados que abarca los países de la OCDE durante los últimos 30 años, el análisis econométrico sugiere que la desigualdad de ingresos tiene un impacto negativo influyendo en el crecimiento posterior. En particular, lo que más perjudica es la brecha que existe entre los hogares de ingresos bajos y el resto de la población. En el documento también se evalúa la “teoría de la acumulación de capital humano” para ayudar a comprender cómo la desigualdad puede afectar el crecimiento, tal y como relata el informe.
Estos asuntos, han llevado al World Economic Forum a explicar que “en América Latina y el Caribe, la desigualdad está impidiendo retornar a una trayectoria de crecimiento inclusivo, ante un entorno exterior desalentador, con una proyección de crecimiento para 2016 que la CEPAL estima en un 0,2%”.
Si hay una noticia positiva en los últimos años es que la clase media en América Latina ha ido creciendo, lo que ayuda a reducir ligeramente uno de los mayores problemas de la región: la gran desigualdad social. Sin embargo, el CAF o Banco de Desarrollo de América Latina explicaba en un encuentro celebrado el pasado año 2015 que si la región no registra un crecimiento de, al menos, el 4%, la clase media podría peligrar. De acuerdo con las palabras del presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), Enrique García, “si no se vuelve al patrón del crecimiento del 4 o 5 %, muchos de los que están en la clase media volverán a la pobreza, y esto tiene connotaciones políticas y sociales muy importantes”.
Hay que mirar hacia los niños, es lo que opinan los expertos. Y ver las mejoras en futuras generaciones. De acuerdo con el estudio “mucho más importante que la desigualdad de
resultados entre los adultos es la desigualdad de oportunidades entre los niños. El debate
no debería girar en torno a la igualdad (recompensas iguales para todos) sino en torno
a la equidad (posibilidades iguales para todos). Irónicamente la idea de brindarle a todos
iguales oportunidades al comienzo de la vida, independientemente del entorno socioeconómico
del individuo, es apoyada por la totalidad del espectro político: como un asunto
de justicia para la izquierda, y como un asunto de esfuerzo personal para la derecha”.
Un estudio realizado por expertos de la UAM o Universidad Autónoma de Madrid explica que la educación, se ha convertido en el tipo más importante de inversión en capital humano. El capital humano en forma de educación guarda una gran similitud con el capital físico: ambos
requieren una inversión para crearlos y, una vez creados, ambos tienen un valor económico. Además, cabe destacar aquí que “la relación entre el número medio de años de estudio de un país y el nivel de renta per cápita es muy estrecha”, según la mencionada universidad madrileña.
Otro asunto de importancia que revela el World Economic Forum es que “entre 2002 y 2015, las fortunas de los multimillonarios de América Latina crecieron en promedio un 21% anual, es decir, un aumento seis veces superior al del PIB de la región según las estimaciones de Oxfam. Gran parte de esta riqueza se mantiene en el extranjero, en paraísos fiscales, lo que significa que una gran parte de los beneficios del crecimiento de América Latina está siendo acaparada por un pequeño número de personas muy ricas, a costa de los pobres y de la clase media”. Un control hacia estos paraísos fiscales podría también mejorar el crecimiento de la región. De hecho, dice el mismo informe que “unos sistemas tributarios inadecuados, así como la evasión y la elusión de impuestos, cuestan a América Latina miles de millones de dólares en ingresos tributarios impagados, unas cantidades que podrían y deberían invertirse en luchar contra la pobreza y la desigualdad”.
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