En octubre tuve una plática con Matthew DeMello del podcast “AI and Financial Services” (IA y Servicios Financieros) sobre los desafíos que enfrentan los directores de servicios financieros desde una perspectiva de gestión de datos. Algunos de los temas que surgieron son tan grandes y costosos que tuvimos que reunirnos una siguiente ocasión para hablar sobre la pregunta más grande y obvia: ¿cómo pueden los directores de servicios financieros justificar la enorme inversión en gestión de datos necesaria para llevar a cabo un esfuerzo serio de transformación digital?
Le dije a Matthew que el obstáculo más grande que enfrentan los proyectos de transformación digital bancaria no es la tecnología, sino la indecisión. Cuando los altos ejecutivos bancarios se percatan de la inmensidad del esfuerzo y del costo —en términos de infraestructura de gestión de datos y la perspectiva del personal—, parece desalentador. Y, debido a que es bien sabido que muy pocas compañías de servicios financieros realmente logran cumplir sus objetivos de transformación digital mientras que los competidores de banca digital y fintechs crecen y prosperan, la alta dirección desea conocer de antemano qué resultados producirá su inversión.
Después de haber trabajado con directores ejecutivos de servicios financieros en proyectos de automatización y experiencia de cliente durante décadas, sé que existen tres principios rectores para ganarse la fe y la confianza de la alta dirección:
Cuando un “no podemos darnos el lujo de” se convierte en un “no podemos darnos el lujo de no tener…”
Debido a que finalmente son ellos los responsables del éxito y del fracaso, es importante que los directores de servicios financieros den un paso atrás y consideren las dos caras de la moneda de la transformación digital. Sí, es prudente considerarla como una amenaza existencial —basta observar a cualquier industria que ha sido destruida por los intrusos digitales—, pero es igualmente importante destacar que, en términos puros del análisis FODA, la transformación digital en la banca plantea tantas “oportunidades” como “amenazas”, y probablemente más.
Si las compañías de servicios financieros invierten en la transformación digital exclusivamente como medida defensiva —en respuesta a las tendencias de la industria y a las acciones de sus competidores—, pueden perder inadvertidamente oportunidades de innovación en gestión de datos y crecimiento a través de la creación de nuevos productos, servicios y negocios basados en información.
¿Cómo es eso posible y por qué cambia las reglas del juego? McKinsey recientemente entrevistó a 1,176 directores empresariales sobre las estrategias de crecimiento a futuro de sus compañías y aprendió algo fascinante: el 50% de las compañías entrevistadas afirman que en el 2026 la mitad de sus ingresos provendrán de productos, servicios o negocios que aún no se han creado.
Claramente, estas compañías no sólo piensan de forma innovadora, sino que piensan a futuro para crear categorías de productos, servicios y negocios completamente nuevas.
Demostrándolo con rendimiento
¿De qué manera lo lograrán las compañías de servicios financieros, especialmente los ejecutivos responsables de la transformación digital? Creando una cultura y las condiciones tecnológicas que alimenten la innovación bancaria, lo que convertirá al desarrollo de negocios en una parte importante de la memoria muscular empresarial del banco. El éxito comienza con:
Pero antes de que lo anterior pueda ocurrir, los posibles transformadores bancarios deben ganarse la confianza de aquellos que emiten los cheques. Como dijo famosamente el ingeniero industrial, estadístico y teórico empresarial William Edwards Deming: “En Dios confiamos; todos los demás deben traer datos”. Eso se aplica doblemente en la transformación digital, donde los altos costos son superados sólo por las grandes apuestas.
Desde los años 80, las compañías de servicios financieros han invertido considerablemente para automatizar la toma de decisiones, fusionando el conocimiento heurístico humano y la IA para lograr resultados transparentes y guiados por humanos. Dependiendo de la época, pudo haberse llamado “apoyo para decisiones”, “automatización de decisiones”, “gestión de decisiones” o muchos otros nombres, pero siempre ha tenido que ver con “la decisión”.
Cuando los transformadores bancarios desarrollan un caso empresarial sólido para apostar en grande por la transformación digital, simplifican la decisión de los directores.
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