Tanto en los negocios como a nivel personal, la única constante es el cambio. En ambos casos, nuestra capacidad de adaptación determina el éxito. Los momentos de disrupción tecnológica desafían las convenciones empresariales, y es ahí donde destacan los líderes visionarios, que aprovechan la ocasión para reinventarse, mejorar la forma en que hacen las cosas y actualizar sus procesos, logrando crecer aun en medio de la turbulencia.
Así como hemos presenciado los tremendos cambios que han provocado fuerzas del mercado tales como la transformación digital, los ecosistemas abiertos, la hiper automatización, la personalización Always-on, la promesa de la nube y el Machine Learning e IA empresariales, también estamos ante la tendencia de la arquitectura componible (conocida como componibilidad).
Esta tendencia hace referencia a la capacidad de unir diferentes piezas para construir, desde sistemas con funciones específicas, hasta soluciones empresariales completas. De acuerdo con Gartner, un negocio digital componible impulsa resultados de negocio superiores, oportunos, relevantes y contextuales, gracias a la plasticidad que consigue y que le permite rediseñar decisiones comerciales y orquestar capacidades que se adaptan al ritmo de los cambios en las empresas. Según la firma analista, al concluir 2024, las organizaciones que hayan adoptado este enfoque superarán a sus competidores en 80% en términos de la velocidad para implementar nuevas funciones.
La arquitectura componible requiere aplicar cuatro principios básicos a los cimientos de la arquitectura empresarial:
Cuando las empresas se apoyan en la nube (¿cuántas no lo hacen hoy día?), saben que sus soluciones corporativas en la nube no pueden ser estáticas o monolíticas; en este escenario, considerar la componibilidad es imprescindible.
El alto valor de las arquitecturas componibles
Sin duda, un entorno componible resulta sumamente útil a una gran variedad de casos de uso en diversos departamentos empresariales de múltiples industrias (desde la bancaria y de retail, hasta las de telecomunicaciones e incluso el sector petrolero).
Si usted se pregunta cómo les ayuda, la respuesta es: de muchas formas. Por dar un ejemplo, si una organización tiene una estrategia de hiper personalización, la componibilidad es la mejor forma que puede tener para ser ágil en su misión de ajustar lo que sea necesario para crear los productos y servicios personalizados que requiere, pues de esta forma podrá acomodar los módulos o componentes con la velocidad que se requiere para mantenerse competitiva.
En las entidades financieras, este tipo de modelos también permiten sacar el mayor provecho de las soluciones empresariales, dejando atrás los silos. Es ahí donde la arquitectura componible presenta un gran valor: las nuevas fintechs, por ejemplo (que piensan en un esquema componetizable desde el primer momento de su adquisición tecnológica), pueden ir incrementando y optimizando su tecnología de manera inteligente, aplicando los principios de la componibilidad y logrando, así, la velocidad que buscan.
El panorama para los bancos tradicionales que decidan migrar hacia una arquitectura componible es todavía mejor. En su mayoría, estas organizaciones funcionan actualmente con soluciones monolíticas separadas para las diferentes áreas del negocio, así que imagine las ventajas que tendrán al ser capaces de hacer cambios en su infraestructura e integrar las nuevas tendencias del mercado de manera más rápida, pudiendo reutilizar tecnologías que ya usan en otra parte del banco, en lugar de hacer todo el trámite de comprar tecnología nueva.
Según Accenture, para que la banca logre habilitar la reinvención e innovación revolucionaria, debe contar con un núcleo digital robusto, el cual es fundamental para responder a sus necesidades estratégicas. Para la firma consultora, una arquitectura componible debe estar presente, facilitando una integración continua, el desarrollo modular y la conectividad con terceras partes mediante APIs.
¿Qué decir de su aprovechamiento en tendencias como el Open Finance? Para recolectar e intercambiar información con organizaciones terceras, una arquitectura componible es sumamente beneficiosa, al permitir el consumo de información e integraciones muy rápidas a lo largo de las diferentes etapas de complejos procesos empresariales o del ciclo de vida del cliente.
Es crucial tener claro que implementar la componibilidad va más allá de lo meramente tecnológico: precisa un cambio de procesos y de gobierno dentro de la organización. Se necesita personal de diferentes áreas que comprenda cómo funciona este modelo para reutilizar inteligentemente los componentes según las necesidades del negocio.
Una arquitectura componible bien implementada terminará por completo con la dependencia que actualmente tienen los bancos con sus proveedores de TI, además de que les facilitará mantenerse a la vanguardia tecnológica e implementar la metodología ágil (Agile Methodology), siendo capaces de sacar a producción proyectos en el 50% del tiempo, aproximadamente, que si lo hicieran en una arquitectura de TI no componible.
Según la información más reciente de Gartner, apenas el 7% de las instituciones bancarias en el mundo tienen un alto nivel de componibilidad empresarial. Con todo, si ya se habla de banca componible es porque esta tendencia está destinada a ser el presente y futuro inmediato de este sector. Es la manera adecuada de adaptarse con rapidez a los cambios manteniendo sus procesos y gobierno interno, y cumpliendo con las regulaciones establecidas.
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