En el plazo de un año, Steve Ballmer dejará de ser el director ejecutivo de Microsoft.
Así lo anunciaba el pasado viernes el propio Ballmer, pillando a todo el mundo por sorpresa y explicando que la decisión de su renuncia tras trece años como CEO de una compañía a la que se incorporó allá por el año 1980 como empleado número 30 ha sido tomada de manera “exclusivamente personal”.
Entre los motivos de la retirada se barajan unos flojos resultados económicos para el último trimestre y también para el ejercicio completo de 2013 que no han acabado de convencer ni a socios ni a analistas, y la incapacidad de la firma de Redmond para despegar de una vez por todas en el terreno móvil.
Y eso que últimamente había apostado con fuerza por este campo, aliándose con Nokia para comercializar los smartphones Lumia con software Windows Phone y haciendo evolucionar su famoso sistema operativo para sobremesa hasta hacerlo compatible también con tabletas (incluidas las suyas propias, aunque éstas no han sido demasiado bien acogidas) desde el lanzamiento de Windows 8.
El otro gran puntal que quería reforzar Ballmer era el de los servicios, comandados por la duradera Office como suite ofimática por excelencia y, cómo no, por la plataforma Azure en el cada vez más vital terreno del cloud computing.
Precisamente ambos frentes (hardware y servicios) serán los que deberá seguir atendiendo con especial mimo Microsoft en su nueva etapa, tanto a lo largo del periodo de transición que se ha abierto de aquí a 2014 como durante la presidencia de su nuevo CEO, del que todavía no se han dado pistas y que estará marcada por lo que se ha dado en denominar era post-PC. Porque es un probable que, de aquí en adelante, el concepto clásico de ordenador siga difuminándose.
Incluso ya hay quien aventura movimientos extremos como deshacerse de productos poco rentables tipo el buscador Bing y la venta controlada de activos como la consola Xbox, y también se oyen voces que aconsejan un mayor espíritu de investigación. Lo que sea para reinventarse y seguir posicionado como el gigante que ha llegado a ser, pero multiplicando el aprecio por parte de los consumidores y volviendo a marcar las tendencias de mercado en vez de limitarse a seguirlas.
La Bolsa, de momento, se lo ha tomado con positivismo. El viernes las acciones de Microsoft se revalorizaron un 7,29% hasta alcanzar los 34,75 dólares por cada título en el índice Nasdaq, tal y como explican nuestros compañeros de Silicon News.
No en vano, hacía tiempo que se venía solicitando un cambio de aires en Microsoft, y ese cambio ha llegado, con reestructuración de directiva y divisiones de negocio incluida.
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