Se ha hablado largo y tendido sobre el proyecto de Motorola de construir el próximo súper smartphone de Google, la compañía que compró sus activos en 2012 por 12.500 millones de dólares, e incluso se esperaba que se desvelase el secreto en la pasada conferencia de desarrolladores I/O. Pero este anuncio nunca llegó.
El nuevo móvil no se llamará X Phone, sino Moto X, y será construido principalmente en la fábrica que Motorola posee a las afueras de la ciudad texana de Fort Worth, utilizada en el pasado por Nokia y que en verano (fecha para la que está previsto su ensamblaje) ya contará con 2.000 personas más trabajando en sus filas.
Esto lo convertirá, según ha explicado el directivo a AllThingsD durante su participación en la conferencia D11, en el primer smartphone construido dentro de los Estados Unidos, aunque los procesadores serán importados desde Taiwán y las pantallas OLED procederán de Corea.
Su principal baza se encontrará a nivel de sensores de potencia ultra-baja, donde Motorola posee una larga experiencia, lo que podría ayudar a mantener el consumo del dispositivo a raya y apagar cierto componentes cuando su funcionamiento no sea extrictamente necesario. O incluso a adaptar su rendimiento a diferentes circunstancias, desde estar guardado en un bolsillo a conectarse al sistema de manos libres de los vehículos.
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