Algo está cambiando en Microsoft (II)

En la primera parte de este reportaje analizamos la intención de Microsoft de deshacerse de la perenne etiqueta de “gigante del software” para convertirse también en proveedor de servicios. Ahora hacemos lo mismo con la segunda de sus pretendidas facetas: la de fabricante de dispositivos.

El hardware: Las tabletas

Desde que Microsoft introdujo Windows 7 en 2009, el mercado de las computadoras personales ha mutado a marchas forzadas, especialmente tras la introducción del iPad de Apple. Las ventas de PC han bajado hasta mínimos históricos (el trimestre que va de enero a marzo de 2013 ha registrado sus peores números de las dos últimas décadas, dejándose hasta 14 puntos porcentuales respecto a las cifras del Q1 de 2012) y las de tabletas y teléfonos móviles no dejan de aumentar (para alegría de Samsung), demostrando que la ubicuidad de las conexiones es uno de los elementos más valorados por los usuarios y que quien quiera sobrevivir debe reinventarse. Es por eso que, además de seguir dando vida al mercado de computadoras personales al uso, donde el mejunje de todas las versiones Windows aún operativas sigue dominando más del 90% de la tarta actual, Microsoft habla por boca de Steve Ballmer de “ofrecer una amplia gama de tabletas y teléfonos” de ahora en adelante.

En la categoría de las tabletas (y los híbridos convertibles), la empresa más famosa de Redmond se ha asociado con firmas como Acer, Asus, HP, LG, Lenovo, Samsung, Sony o Toshiba, entre otros. Aquí cuenta también con su su propia propuesta, el tablet Surface que ha desembarcado en hogares y empresas en dos modelos bien diferenciados. Por una parte, se encuentra Surface RT, un gadget con arquitectura de ARM Holdings, sistema operativo Windows RT y reducidas dimensiones de tan sólo 9,3 milímetros de grosor y 676 gramos de peso. Por la otra, se ha lanzado Surface Pro que cambia el chip Cortex por un Intel Core i5 x86 y la versión light del sistema operativo de Microsoft por un Windows 8 compatible con aplicaciones legadas y el conjunto completo de Office. Sus números respecto a la anterior son 13,5 milímetros y 907 gramos, respectivamente.

Y, aunque Microsoft se muestra reticente a desvelar las cifras de distribuciones mundiales y los analistas las tildan de decepcionantes, parece que insistirá con un tercer modelo de Surface mucho más pequeño, con pantalla de entre 7 y 9 pulgadas que le permitiría responder a la moda de las minitabletas abanderadas por el Nexus 7 de Asus y Google y el Kindle Fire de Amazon, como ya ha hecho Apple con su iPad Mini, y que asimismo intentará reproducir la estrategia con otros fabricantes para sacar “una nueva serie de dispositivos táctiles pequeños gobernados por Windows” con “precios competitivos” y que deberían estar disponibles “en los próximos meses”. ¿Su alimento? La actualización a Windows 8.1, un software gratuito programado para finales de año que tiene por objetivo principal mejorar el soporte de las aplicaciones táctiles y de la nueva interfaz dividida en tiles, contribuyendo a la transición hacia factores de forma más reducidos, y “unir los aspectos ligeros, delgados y divertidos de una tableta con el poder de un PC”. Además, se espera que este sistema más hermoso visualmente imponga un ciclo de lanzamientos veloz, de modo que las próximas versiones vayan surgiendo de año en año.

El hardware: Los smartphones

Si Microsoft ha entrado de lleno en el segmento tablet, no iba a ser menos en el de los teléfonos inteligentes. Puede que la asociación con Nokia esté tardando en dar sus frutos más de lo esperado y Microsoft haya reaccionado tarde, pero eso no quiere decir que esté todo perdido. Sobre todo ahora que Windows Phone ha conseguido arrebatarle a una atribulada BlackBerry el tercer puesto en el ranking de sistemas operativos para smartphones. A día de hoy, siete de cada cien smartphones vendidos vienen con la versión móvil de Windows instalada de fábrica cuando hace un año eran menos de la mitad. Se trata básicamente, o en un 79% de los casos, de terminales Lumia. A éstos y a las propuestas de HTC y Samsung se podría sumar muy pronto un Surface Phone, esto es, el propio smartphone “made in” Redmond, ya que cada día que pasa son más fuertes los rumores que aseguran que Microsoft está probando con proveedores asiáticos un prototipo con pantalla de hasta 5 pulgadas.

“Nuestros clientes quieren grandes opciones y creemos que no hay manera de que un sólo tamaño se adapte a más de 1.300 millones de usuarios de Windows en todo el mundo. Habrá momentos en los que construiremos dispositivos específicos con fines específicos”, ha sentenciado en este sentido Ballmer. “En todos nuestros trabajos con socios y también en nuestros propios dispositivos, nos enfocaremos implacablemente en entregar experiencias agradables, sin fisuras, conjugando hardware, software y  servicios. […] De este modo, nada más sacarlo de la caja, el cliente obtendrá un impresionante dispositivo que se conectará a servicios únicos de comunicación, productividad y entretenimiento de Microsoft, y que dará acceso a servicios de calidad y aplicaciones de nuestros socios y desarrolladores alrededor del mundo”.

El hardware: Xbox y ultrabooks

Una tercer pilar en este despliegue de hardware tiene forma de consola y se llama Xbox One. Hace una semana, Microsoft presentaba esta revisión de su dispositivo para el hogar que integra juegos, entretenimiento y televisión, todo en uno. Aunque eso no es todo: su capacidad para reconocer y responder a comandos de voz del usuario posibilita también encender el aparato con sólo decir “Xbox, on”, pasar de una aplicación a otra, comprar entradas por Internet, chatear o realizar videoconferencias con grupos de amigos por Skype y consultar las estadísticas de un partido que está siendo retransmitido, entre otros casos de uso multitarea. Y es que la nueva Xbox ejemplifica perfectamente el viraje que la compañía co-fundada por Bill Gates y Paul Allen está intentado acometer, apostando por los contenidos digitales en un hardware potente con 8 núcleos de procesador, 8 GB de memoria RAM y 500 GB de almacenamiento interno, conexión Wi-Fi y reproductor Blu-Ray. Y, como no podía ser menos, el mando clásico y el sensor de movimiento Kinect también han sido rediseñados.

¿La cuarta pata? Los ultrabooks, o esa categoría de ordenadores apadrinada por Intel que conjuga lo mejor de los ordenadores de toda la vida (su potencia y prestaciones) con lo más destacado de las tabletas (su belleza y ligereza). Y que en estos momentos también quiere sumar una cualidad adicional propia de las tabletas: lo táctil. El plan es que a partir de ahora los distintos fabricantes de equipos originales acoplen pantallas multitáctiles en sus creaciones para sacar el máximo partido a Windows 8. Si éstos son capaces de cumplir, ofrecerán asimismo ultrabooks con una autonomía de ocho horas como mínimo, tecnología WiDi en vez de cable HDMI para facilitar la conexión y lanzar la señal a televisiones compatibles, y procesador “Haswell” más eficiente. Para redondear la apuesta, el precio básico de estos dispositivos debería caer hasta los 599 dólares. Esto es, si se aumenta la demanda y se reduce el coste de los componentes.

Renovarse o… renovarse

Por supuesto hay otros factores a tener en cuenta, como la fuerte apuesta por el flat design en todos sus productos, algo así como “diseño plano” que se pone el minimalismo por montera, desprendiéndose de excesos y texturas que imitan a objetos reales (o dicho de otro modo, al skeumorfismo) para revitalizar los juegos de colores y tipografías. En este sentido, Microsoft ya ha tomado la delantera y durante las próximas actualizaciones está previsto que rivales como Apple reproduzcan este estilo en lanzamientos como el de iOS 7. Asimismo, cabe destacar su interés por construir un smartwatch de creación propia y unas gafas de realidad aumentada, dos de los objetos que más atención están acaparando últimamente, o los pasos adelante más o menos contundentes en materia de seguridad, colaboración open source y conciencia verde. Habrá que ver hacia dónde lleva todo esto a Microsoft pero esta compañía, que parte de una posición privilegiada, parece tener bien aprendida la lección de “renovarse o morir” en la frenética industria tecnológica.

Mónica Tilves

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