Huawei Technologies y ZTE, dos gigantes chinos dedicados a las telecomunicaciones, fueron acusados formalmente a principios de octubre de poner en peligro la propiedad intelectual de las compañías extranjeras, la privacidad de los datos de sus usuarios y la mismísima seguridad nacional de los Estados Unidos.
Tanto Huawei como ZTE han negado estar implicadas en este tipo de actividades delictivas, aunque tras la reacción del país americano se han reproducido casos similares en el vecino Canadá y otras zonas como Australia y Nueva Zelanda. De modo que las ventas de estas empresas han comenzado a resentirse.
La situación no ha gustado nada en el mercado local de los acusados, donde han comenzado a pagar a las empresas estadounidenses con la misma moneda. La voz cantante la lleva la operadora China Unicom, que ha decidido vetar los productos de su hasta ahora socio Cisco, aduciendo vulnerabilidades de seguridad en los switches recibidos y temiendo la posibilidad de que este material contenga puertas traseras con las que recopilar información de forma ilícita.
Habrá qué esperar para ver hasta donde llega la respuesta de la que a día de hoy es ya segunda empresa de telefonía del gigante asiático, pero los resultados podrían ser desastrosos ya que el equipamiento de Cisco supone el 70% de su infraestructura total. La guerra está servida.
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