“Wearable technology” o cómo vivir permanentemente conectado
Las gafas de Google han copado durante semanas el interés de profesionales, usuarios y medios de comunicación alrededor del mundo en tanto que modernizan el concepto de “computación para llevar”. Pero… ¿hay vida más allá de Google Glass?
Para mejorar la percepción de los cirujanos durante una operación o evitar el contacto con gérmenes y virus dentro de un hospital. Para alertar a un escuadrón militar de peligros potenciales en el campo de batalla. Para acelerar las prácticas formativas de un nuevo plantel de trabajadores, descargar el manual de instrucciones de un electrodoméstico o sustituir las tradicionales (¿y demodé?) audioguías de los museos. Para adivinar los ingredientes de una receta. Para ayudar a rastrear y recuperar objetos extraviados. Para grabar cualquier situación que suceda delante de nuestras narices sin necesidad de prestarle atención. Para reconocer a personas concretas, sus gustos y preferencias. Para todo esto y mucho más se podrán utilizar las niñas mimadas del laboratorio Google X que coordina Sergey Brin: las Google Glasses.
¿Cómo funcionan? Estas lentes del futuro rompen el tradicional binomio de montura y cristales con una pequeña pantalla sobre el ojo en la que se proyectan imágenes sin bloquear la visión, incorporan cámara, micrófono, altavoz y superficie táctil a modo de control, están gobernadas por el sistema operativo de la casa y cuentan con conexión constante a Internet… y a otros dispositivos Android. Los primeros prototipos para desarrolladores ya están a la venta por 1.500 dólares y comenzarán a ser distribuidos en 2013, por lo que pasar de la ficción a la realidad podría llevar menos tiempo del que cabría esperar en un primer momento. Al estar construidas sobre una estructura de titanio, tienen la misma ligereza que unas gafas de sol, y Google ya trabaja mano a mano con fabricantes especializados para diseñar modelos más estéticos.
La apuesta es fuerte, pero éstas no son las únicas “e-gafas” dispuestas a hacer las delicias de sus dueños, ni los primero gadgets que integran la tecnología en el cuerpo humano. Hagamos un repaso.
Gafas de realidad aumentada “made in” Japón y Cupertino
El gigante nipón especializado en óptica e imagen Olympus ha seguido innovando durante los últimos meses, a pesar del (igual de gigante si cabe) escándalo sobre la falsificación de sus cuentas y la detención de su equipo directivo, hasta presentar MEG 4.0. Si bien este sucedáneo de Google Glass no capta vídeo, cuenta con su propia pantalla de 320 x 240 píxeles donde puede plasmar todo tipo de aplicaciones y mostrar contenidos procedentes de otros dispositivos móviles con los que se comunica vía Bluetooth. Esto es, se trata de una especie de visor que se conecta a smartphones y tablets PC. Pesa 30 gramos, promete una autonomía de 8 horas e incluye un acelerómetro para detectar el movimiento y la posición de la cabeza.
Otra que no se ha querido quedar atrás es Apple, que ya anima a sus fanboys a convertir los iPod Nano en relojes de pulsera y que al parecer también juguetea en sus laboratorios con la fantástica idea de fabricar un reproductor musical a base de vidrio curvado y sazonarlo con un toque de Siri. De este modo, los usuarios podrían llevarlo puesto a cualquier lugar e interactuar con el software de inteligencia artificial de la compañía mediante sencillos comandos de voz. Pero eso no es todo. En la oficina de patentes de los Estados Unidos se ha depositado un documento que describe un aparato que, tras colocarse en la cabeza, proyecta justo enfrente una imagen superpuesta al mundo real creando “una experiencia mejorada de visión” y abriendo las puertas a apps médicas, militares, policiales o cinematográficas. Una segunda pantalla, un procesador, un almacén de memoria y un interfaz de usuario también vienen en el lote.
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