Un hacker colombiano asegura haber manipulado, durante años, elecciones de América Latina
Andrés Sepúlveda, un hacker colombiano ahora en prisión, contó en una entrevista su trabajo, durante ocho años, entrando en equipos y espiando a contrincantes para manipular las decisiones de los votantes.
El nombre de Andrés Sepúlveda se dio a conocer cuando este hacker colombiano accedió, de forma irregular, a secretos sobre el proceso de paz que el gobierno de su país estaba llevando a cabo en La Habana con las Farc. Sin embargo, el joven ya llevaba presuntamente muchos años determinando, desde su computador, los resultados de elecciones de diversos países de América Latina, según acaba de revelar.
Sepúlveda ofreció una entrevista, desde la prisión de Colombia en la que se encuentra cumpliendo condena por desvelar lo que aconteció en La Habana, a la publicación estadounidense Bloomberg, afirmando que, a cambio de grandes cantidades de dinero, amañó la elección del actual presidente mexicano Enrique Peña Nieto a petición del partido PRI (al que pertenece y que es famoso porque a comienzos de siglo estuvo durante 70 años seguidos en el poder), para impedir que su rival Andrés Manuel López tuviese alguna oportunidad de ganar, a través de malas mañas y dice que este fue el más complejo de todos sus trabajos. Parece ser que lo mismo hizo durante la reelección en Colombia de Álvaro Uribe en el año 2006.
De acuerdo con las confesiones de Sepúlveda, este joven hacker que cobraba mínimo 12.000 dólares mensuales, viajó durante ocho años a través del continente manipulando las principales campañas políticas. En su haber están países como Colombia, El Salvador, Costa Rica, México, Panamá, Guatemala, Nicaragua, Venezuela y Honduras. El objetivo era, mediante la intervención de equipos y sistemas, promover operaciones psicológicas, propaganda negra, rumores, o “toda la parte oscura de la política que nadie sabe que existe pero que todos ven”, como ha explicado Sepúlveda en la entrevista concedida a Bloomberg.
¿Cómo lo hacía? En un principio, Sepúlveda tenía el deber de modificar sitios web de campañas o violar bases de datos de opositores con información sobre sus donantes. Con el tiempo, su trabajo se fue sifisticando, y consiguió reunir equipos que espiaban, robaban y difamaban en representación de campañas presidenciales dentro de Latinoamérica. Cobraba 12.000 dólares mensuales por “hackear teléfonos inteligentes, falsificar y clonar sitios web y enviar correos electrónicos y mensajes de texto masivos.” Por 20.000 dólares, también ofrecía servicios de “intercepción digital, ataque, decodificación y defensa”. Cuando acababan las elecciones, a veces con su cometido cumplido y otras no, limpiaba bien, a travé sde USB remotos, todas las pruebas que pudieran apuntar a sus irregularidades.
En el caso de la campaña del actual presidente de México, Sepúlveda lideró un equipo de otros seis hackers encargados de robar estrategias de campaña de otros partidos, “manipular redes sociales para crear falsos sentimientos de entusiasmo y e instalar spyware en sedes de campaña de la oposición”, para llegar a la victoria de Peña Nieto frente a sus rivales. Sepúlveda no sólo lo hacía por dinero. El hacker dice estar a favor de la derecha de América Latina, tras haber sido victima de la guerrilla colombiana en su infancia.